miércoles, 5 de marzo de 2014

TANATOLOGÍA

Tanatología: Psicología de la Muerte


Por Leo Matos

La muerte es un aspecto de la vida de una significación profunda y en todas las épocas su existencia ha desconcertado tanto al hombre de Oriente como al de Occidente. Es posible aproximarse a ella desde diferentes ángulos. Aquí trataremos especialmente los problemas psicológicos que surgen en nuestra vida, provocados por el concepto de la muerte, las actitudes hacia ella y el hecho de morir.

La muerte en tanto que tabú
En Occidente, el fenómeno de la muerte es un tabú para la mayor parte de la gente. Hasta hace poco, los conceptos psicoanalíticos de las actitudes hacia la muerte y del temor de morir que de allí se derivan eran dominantes. Los sentimientos a propósito de la muerte eran esencialmente manifestaciones de una realidad. anterior, o sea, la angustia de la separación de la madre o los conflictos relacionados con el complejo de castración. Tales desplazamientos clínicos podían producirse y los temores sobre la muerte eran fenómenos secundarios.

Sin embargo, nuevos estudios sugieren de manera creciente que lo contrario podría ser más exacto. Stanilav Grof dice que el concepto actual de la muerte y la reacción de los moribundos, caracterizada por una represión y una negación masivas, parece ser un producto anexo de una industrialización que crece rápidamente con un acento excesivo sobre el pragmatismo, una filosofía materialista y una orientación general hacía el éxito y el triunfo. El continúa: «Una confrontación íntima con la muerte, agregada a una angustia que se desencadena, profundamente arraigada biológicamente, unida al instinto de supervivencia, parece representar un llamado penoso a las últimas limitaciones de los esfuerzos del hombre por controlar
y dominar la naturaleza».

Problemas sicológicos

El hombre no puede escapar a la confrontación con la muerte. En su aproximación a este desenlace encuentra que no tiene más que dos posibilidades: o bien hay una vida después de la muerte, o no la hay. En cualquiera de estas dos formas, el hombre occidental concibe ordinariamente su propia muerte como una extinción repentina, como algo que llega a su cuerpo sin beneficio alguno. Esta actitud le hace llegar hasta las últimas posibilidades de prolongación de su vida física, lo que funciona como una especie de control psicológico colectivo, haciéndole fijar su atención sobre los aspectos cuantitativos de la vida humana, ignorando a menudo los valores cualitativos.

Pueden crearse otros problemas por la actitud de los adultos hacia la muerte. Para mantener a los niños a resguardo de la existencia de la muerte, los padres pueden mantenerlos separados de las realidades del fin de la vida humana. Se ha demostrado que esto es una actitud ineficaz y nociva. En verdad, esta manera de actuar entorpece el desarrollo emocional del niño y manifiesta más las angustias de los adultos en relación a la muerte, que la capacidad de los niños de hacer frente a esta realidad.

El humor depresivo, el temor de la pérdida, el insomnio, los síntomas esquizoides y diversas perturbaciones psicosomáticas revelan su parentesco con la inquietudes en relación a la muerte. Incluso, varios investigadores han llegado a la conclusión que el temor a la muerte es el factor traumático más típico para desencadenar una demencia senil.

Conocimiento y muerte 
Entre otros: Feifel, Eissler, Johnson, Spielberger, Kübler-Ross han demostrado que el pensamiento de la muerte es una fuente de angustia para el hombre. La ansiedad es un estado caracterizado por sentimientos subjetivos conscientemente percibidos de aprensión y de tensión asociados a una activación del sistema nervioso autónomo. El estado de ansiedad causa cambios cognitivos y de percepción. El resultado primario del temor de la muerte, trayendo como consecuencia el desarrollo de estados de ansiedad, es una distorsión fundamental de la manera en que somos conscientes del mundo. Este temor nos impide concebir la muerte como un fenómeno natural, como el destino de todos los seres sensibles y como un desenlace fundamental en la naturaleza en su proceso constante de transformación de todas las cosas.

Por otra parte, el instinto de conservación, una de las causas primeras de este temor, puede tener su origen en el anhelo inconsciente del hombre de ser eterno. Para enfrentar, en un estado ordinario de consciencia, a este modo de ser «eterno», el hombre niega la muerte, dándole una connotación de tabú. Probablemente, este deseo inconsciente de ser eterno es una de las razones más poderosas por la que el hombre se interroga sobre la naturaleza de la muerte y del más allá. El desea aprender sobre los misterios de la muerte. Sin embargo, su capacidad real de aclarar esta interrogante al interior de su modo de conocimiento del universo le parece que está más allá de su poder. El se siente vencido ante tal dilema y puede llegar a experimentar miedo, reprimiendo su búsqueda. En este contexto, don Juan (Castañeda) dice: «El temor es un enemigo terrible, tramposo y difícil de dominar. Él permanece oculto en cada recodo del camino, merodeando, esperando. Y si el hombre, aterrorizado por su presencia, huye, su enemigo habrá puesto un término a su búsqueda.»

Una razón probable del temor de la muerte
En un estado ordinario de consciencia, nosotros asimilamos e interpretamos las percepciones de los sentidos en unidades de significación. Contemplamos el mundo alrededor de nosotros y nuestros ojos seleccionan ciertas informaciones que serán más tarde «archivadas» como una representación parcial de la realidad física. Nuestros sentidos no son capaces de asir la totalidad de la forma en la que se manifiesta la existencia - cambiante e intercambiable - del universo exterior e interior. Vemos el mundo como compuesto de cosas diferentes, separadas las unas de las otras por el espacio, y en consecuencia somos conscientes de una imagen del universo en tanto que entidades más o menos estáticas. Si contemplo, por ejemplo, el sólido y bello edificio del Parlamento, tendría la experiencia de esta construcción como de algo casi eterno. No pensaría por un instante la posibilidad de que los agregados que componen ese determinado edificio no estaban allí hace 500 años, y tampoco pienso en que esos agregados de moléculas y de átomos estén en movimiento y en cambio perpetuos. No puedo ver cómo ese edificio envejece, sin embargo, a cada segundo esta construcción aparentemente tan sólida está en constante deterioro y - aun siendo bien conservada y restaurada - a la larga esos agregados, dispersos por el viento del tiempo, dejarán de estar allí. Este resultado psicológico de la dimensión cognitiva nos vuelve apenas conscientes de los cambios que ocurren del nacimiento a la vejez en el camino hacia la muerte que se producen en nuestros cuerpos en este momento mismo. Este modo humano específico de aprehensión de la realidad es probablemente la causa principal de la conceptualización del universo de una manera dualista que hace una separación neta entre el Yo y Tú, el cuerpo y el espíritu, la vida y la muerte.

Consecuencias del dualismo

Las consecuencias existenciales de esta consciencia dualista se reflejan sobre nuestro entorno representando un amplio espectro social. Esta manera determinada de ser conscientes puede hacer que el individuo se sienta como un ego aislado, flotando en un océano más o menos peligroso, donde él debe obtener para sí mismo medios específicos de sobrevivir en esa sociedad específica. Su meta - que es fundamentalmente la meta consciente o inconsciente de todo ser humano - será la de lograr un sentimiento de bienestar físico, psicológico y social. A fin de alcanzar sus metas a corto o a largo plazo, él negociará con su entorno social. Está claro que se comportará con la vida y la muerte en función de la consciencia que él tiene de su universo. Y negociando con un universo fundado sobre un punto de vista inadecuado - lo que es el caso de la consciencia que él tiene ordinariamente de su ambiente y de sí mismo - obtendrá resultados inadecuados. Puede alcanzar un bienestar provisorio pero se sentirá siempre amenazado por su entorno y por la perspectiva de la muerte. Su contexto social lo condicionará en todo momento para actuar más o menos en ese sentido. Nosotros podemos observar aquí un círculo vicioso.

El concepto de la muerte en las culturas orientales y «primitivas»
Probablemente en todas las culturas, sobre toda esta tierra, el hombre teme a la muerte. Parece que el instinto de conservación desde la ameba hasta el hombre hace que un ser viviente trate con todas sus fuerzas de conservar su vida. Y allí, el temor puede funcionar como un mecanismo muy útil para la preservación de las especies. Sin embargo, parece que en los estudios interculturales es posible encontrar diferencias cualitativas en las actitudes de los hombres en relación con la muerte.

Malinovski establece que: «... para el hombre primitivo la muerte tiene principalmente el sentido de un pasaje hacia la resurrección. Ve la declinación como una etapa del renacimiento, la abundancia del otoño y el declinar del invierno como un preludio al despertar de la primavera.»

Esta es una visión poética de la muerte. pero tiene implicaciones psicológicas. En este contexto, es importante insistir sobre el hecho de que la antropología moderna, al estudiar los pueblos «primitivos», reconoce que la magia y la religión no son solamente una doctrina o una filosofía, ni simplemente un conjunto intelectual de opiniones, sino un modo especial de conducta, una actitud pragmática hecha a la vez de razón, de sentimiento y de voluntad. Es un sistema psicológico con sus modos de acción específicos y un fenómeno sociológico tanto como una manera experiencial de ser.

Una tal concepción de la muerte como un proceso universal de la naturaleza disminuye ciertamente el temor, facilitando su integración de la vida de todos los días. El temor en sí mismo es una herramienta útil de la naturaleza, advirtiendo a los seres vivientes de los diferentes peligros a los que pueden estar expuestos dentro de un cierto ambiente. El temor puede llegar a ser nocivo cuando tratamos de escapar de él rechazándolo en lugar de expresar esta emoción vital.

Al interior de las culturas orientales y «primitivas», el temor de la muerte es aceptado y aun utilizado para facilitar el crecimiento psicológico del individuo y del grupo. Entre los tibetanos, por ejemplo, sus actitudes hacia la muerte y la agonía están desprovistas del tabú general que encontramos en Occidente. Allá, se encuentra a la muerte con respeto y veneración. Y la existencia de la muerte llega a ser un estimulante para el desarrollo del hombre, Este crecimiento psicológico es subrayado durante toda la vida, y especialmente cuando la persona está moribunda. Un principio de base del sistema budista - que impregna la vida de los tibetanos - es el carácter transitorio y el cambio constante del universo entero. Allí, la existencia de la muerte es utilizada como un elemento psicológico indispensable para la consciencia del carácter transitorio de la vida, del cambio de todas las cosas y del valor precioso de este momento mismo del aquí y el ahora. En este sentido, la muerte no es vista como un enemigo que se debe combatir y evitar a toda costa, sino como un aspecto indispensable de la vida, En otras culturas orientales la actitud hacia la muerte es también de respeto y aceptación. Esto puede haber cambiado algo en China y Mongolia, donde una filosofía materialista y una industrialización intensa han predominado desde el advenimiento del marxismo en esos países. Mientras más avanza un país en una tecnología materialista - Europa, EE.UU., Canadá - más hay una tendencia a poner énfasis sobre el tabú de la muerte con sus consecuencias negativas.

En cambio, en ciertos países donde la industrialización y la tecnología no han llegado a su máximo- México, Venezuela, Brasil - el tabú de la muerte no es tan fuerte. En México, por ejemplo, hay un día especial de la muerte y toda la población toma parte en festividades muy interesantes, donde la muerte es reverenciada y se la representa en actos teatrales, pinturas, esculturas populares, y donde es celebrada con alegría -bailes y banquetes - en los cementerios, en noviembre de cada año.

La muerte como elemento terapéutico en las sociedades orientales y primitivas
En los diferentes países orientales y culturas primitivas, aprender a morir es un aspecto esencial del arte de vivir. Manuales como el «Libro Tibetano de los Muertos» y el de los egipcios son recopilaciones muy antiguas, instrucciones para guiar al individuo en su viaje después de la muerte, tanto como para preparar a la persona para su muerte biológica. Esta preparación para la muerte es, en efecto, una preparación para la vida, donde el individuo, liberado de sus temores y de sus angustias en relación con la existencia de la muerte, puede gozar de una existencia más satisfactoria y plena de sentido.

Entre las diferentes técnicas que se ocupan de la existencia de la muerte en esas culturas, deseo mencionar la experiencia de muerte/renacimiento del ego, la que parece ser la técnica más poderosa para prepararse a la muerte y al mismo tiempo enriquecer la vida. Allí, el individuo enfrenta el proceso de la muerte experimentando por rituales y/o técnicas meditativas la fase del fin de la vida con los diferentes síntomas susceptibles de ser vividos por quien esté biológicamente en trance de morir. En este proceso experiencial, la persona tendrá la posibilidad de encontrarse con sus propios temores conscientes o iinconscientes de la muerte y de la agonía y hará la experiencia en su cuerpo/espíritu de este proceso constantemente fluctuante de la transformación de su universo interior y exterior. Esta experiencia, además de ser una preparación para la muerte, puede aportar una iluminación espiritual.

Aplicación de la psicoterapia de la muerte en Occidente
Hasta hace muy poco, la esfera de la tanatología era casi «terra incognita» en Occidente. La preparación a la muerte y la agonía estaba casi por entero confiada a la religión, y la utilización de la muerte como elemento terapéutico para enriquecer la vida era desconocida.

Utilizando las técnicas de la terapia guestáltica, de la psicología budista tibetana, más una aproximación transpersonal, he desarrollado un sistema de educación terapéutica para tratar los diferentes problemas psicológicos relacionados con la muerte y los moribundos. He aplicado ese sistema durante los últimos siete años en Europa, EE. UU. (instituto Esalen de California), Canadá, México, Venezuela, Brasil y Australia. Utilizando una combinación de los elementos ya mencionados, he sistematizado un método para facilitar la experiencia de muerte/renacimiento del ego, el que es habitualmente enseñado en seminarios esencialmente vivenciales. Es muy importante crear un entorno de apoyo en el que la persona se sienta segura y cómoda. Como el tema de la muerte y de los moribundos es un tabú para la mayor parte de la gente, y siendo que a menudo el temor a la muerte es rechazado y mantenido en la sombra por numerosos mecanismos de defensa, este estado de seguridad y de bienestar psicológico y físico es un factor muy importante para ayudar a la persona a dejar emerger sus temores sobre la muerte y los moribundos.

En esos seminarios se dan a los participantes numerosos ejercicios de grupo e individuales para facilitar a cada uno la experiencia de estas realidades de la manera más adecuada, Allí, en un contexto psicoterapéutico se tratan problemas como el temor de la muerte física, del envejecimiento, de la pérdida de los seres queridos, de la pesadumbre y del suicidio. Además se enseña - especialmente en los talleres destinados a profesionales de la salud - cómo tratar a los moribundos.

Una de las experiencias más importantes de estos seminarios es la muerte y el renacimiento psicológico del ego. Las personas que emprenden este proceso no tienen todas las mismas experiencias. Algunas tienen muchas dificultades en pasar el umbral hacia la vivencia psicológica de la muerte. Ciertas personas llegan a un espacio sombrío o a un túnel, escuchan sonidos (descritos generalmente como tañidos de campanas). Otros pueden tener experiencias desagradables, ver lugares semejantes a las descripciones del purgatorio cristiano o de infiernos de diferentes cosmologías, antes de entrar en espacios más agradables y de ser finalmente capaces de hacer la experiencia de su propio renacimiento psicológico.

Ayudar a la muerte
El hombre teme a la muerte en Oriente tanto como en Occidente. Sin embargo, parece que psicológicamente podemos aprender y utilizar algunas de las técnicas desarrolladas y experimentadas durante siglos en otras civilizaciones,

Cuando separamos la muerte de la vida en nuestro modelo dualista de aprehensión de la «realidad», al mismo tiempo nos separamos nosotros mismos conceptualmente de otros seres humanos y del mundo. Cuando una persona produce esta sólida fantasía de que ella está aislada de toda otra cosa, ha perdido la noción de que ella es una parte de esta naturaleza y de este cosmos, y puede sentirse débil y a menudo amenazada, aun si su ego es aparentemente fuerte. Entonces esta persona ensayará controlar su entorno más y más. Esta manera de negociar con el mundo es producida por las fantasías - «el mundo es sólido y durable» - que controlan al individuo y lo llevan a reaccionar de esta manera determinada. En este contexto, ha perdido la percepción vivencial del flujo de la vida y de la muerte, de este cambio inevitable y necesario de todas las cosas.

En Suecia, Dinamarca y EE. UU. se han empezado a instalar clínicas para ayudar a los moribundos. Es un primer paso muy importante y satisfactorio para facilitar a los enfermos terminales una muerte digna, sin sufrimiento psicológico inútil. Sin embargo, esto no es suficiente para resolver los problemas causados por la forma en que el hombre moderno civilizado enfrenta a la muerte. Sería necesario que se ofreciera al personal médico una educación competente para abordar los problemas psicológicos creados por las maneras habituales de concebir y de evadir la muerte, integrándola en su formación profesional. Sería ideal también que, más adelante, se pudiera ofrecer al público nociones de tanatología, y que se pudieran introducir en los colegios como medida preventiva. Ellas serían capaces de ayudar al niño a guardar intacta su capacidad innata de hacer frente a la existencia y a la aceptación de la muerte como un aspecto natural de la vida.

Traducido y extractado por Carmen Bustos de
Question de Nº 71
Editions Ritz
París, 2008
Este artículo apareció en el Nº 15 de la Revista ALCIONE

viernes, 30 de agosto de 2013

GLOBALIZACIÓN ¿DE LA SOLUCIÓN A LA INCERTIDUMBRE?


Por: Álvaro Hernán Rincón Fresneda

INTRODUCCIÓN

Es muy sencillo hablar de globalización, sobre todo en una sociedad como la nuestra, caracterizada por la manipulación mediática, política, económica y hasta publicitaria. Pero ¿sabemos acaso lo que significa en sí esta palabra? ¿Sabemos las consecuencias, tanto positivas, como negativas, que trae consigo el proceso globalizador en sí mismo y su trascendencia, no solo en nuestra actual situación, sino ante todo, de cara a las futuras generaciones?

Son muchos los interrogantes que la Globalización puede abordar, no obstante, la diferencia radica notoriamente en como nosotros, desde nuestras distintas posiciones, oficios, modos de pensar y actuar, podemos y debemos abordar un fenómeno, que cada vez adquiere mayor relevancia, tanta, que ya hasta hablamos no de un mundo, sino de una “aldea global”.

Hoy en día, es imposible no hablar de Globalización, ya que definitivamente, todas las sociedades, se ven impulsadas a pertenecer, integrarse, fusionarse incluso, de lo contrario, corren, o el riesgo de desaparecer, o simplemente ser apartadas del “Mercado”, que es en lo que hemos convertido al mundo. No es que yo esté en la posición contraria, sino que, al tiempo que se reconoce que la Globalización nos permite trascender barreras y conectar al mundo como jamás se había imaginado, también es necesario resaltar las falencias de un sistema que si bien ha facilitado las cosas en algunos campos (comunicaciones, tecnología, conocimiento, etc.) por el otro ha condenado, sin quererlo o no, a otras sociedades, bien sea al olvido, o simplemente a la desaparición, por el simple hecho de no querer, o no poder, entrar en esa “aldea global” en la cual se ha ido convirtiendo el planeta.

 
GLOBALIZACIÓN Y TECNOLOGÍA.

Nombres, o más bien, marcas como Facebook, Twitter, MySpace, Instagram y hasta Google, eran desconocidas en la década pasada, pero actualmente, quien diga no conocerlas, es tildado de retrograda, atrasado, subdesarrollado, y otros tantos apelativos que en ocasiones rayan en la ofensa. Y es que hoy, quien diga no tener nada con ellas,  miente, desconoce su importancia, sobre todo en lo que refiere a las comunicaciones actuales, o simplemente el proceso “globalizador” aun no le ha atrapado. Sí, atrapado, porque ya ni siquiera podemos escoger si pertenecer o no, simple y llanamente, somos empujados a pertenecer así nomás.  Definitivamente hoy, la tecnología de las comunicaciones, reflejada a través de las redes sociales, es el instrumento más eficaz y veloz que el hombre haya conocido en la Historia, en lo referente, no solo a la interacción de unos con otros, sino también al conocimiento y apropiación de todo aquello que el mundo ofrece, desarrolla y  expone, sin importar su uso, intencionalidad y consecuencias. Nadie duda de las grandes ventajas y beneficios que aporta la tecnología a la sociedad contemporánea, pero no por ello, se debe pasar por alto el precio que se paga, no solo entre sociedades, sino también, entre las mismas personas (siempre se gana y/o se pierde, pero ¿quién gana y quién pierde realmente?) En este sentido: ¿Qué podría suceder con la privacidad, la seguridad y la confianza, si la sociedad y la persona misma, pueden llegar a ser expuestas de forma tal, que termine falseándose el concepto mismo de libertad?...  

GLOBALIZACIÓN Y CULTURA

Cada grupo humano con el paso del tiempo forma una cultura, integrada por un conjunto de "vivencias, pensamientos y sentimientos" invisibles que se concretan en "organizaciones, lenguas, tradiciones, celebraciones..." visibles.

Todo proceso globalizador, si ha de ser realmente incluyente, debe respetar no solo a las grandes culturas, sino también a aquellas que en el pasado fueron grandiosas y que hoy, por los avatares de la historia pasan desapercibidas, de lo contrario, se estaría condenando al hombre a ser un simpe espectador y consumidor que renuncia a sus raíces porque debe “adaptarse” (cultura, experiencias, saberes…), a una sociedad que cambia tan rápido como el segundero en un reloj. Hacen por hacer y ya, a eso se condenaría al hombre…[1]

Lo anterior no quiere decir directamente que la cultura de determinado lugar pueda perderse, pero si verse condicionada. Es por ello que cuando se habla de Globalización Cultural, no debe pasarse por alto que es ésta (la cultura) la que siempre debe primar y respetarse, independientemente del contexto en el que se desenvuelva, ya que es en últimas esta, la que definitivamente va a caracterizar, definir, resaltar, dar sentido al hombre, a su ser.

La Globalización Cultural no debe llevar a la supresión, al menosprecio, todo lo contrario, debe llevar a las sociedades, no solo a conocerse en profundidad, sino también a tener la capacidad de conocer y entender a las demás, a asumirlas y defenderlas, ya que  sería muy triste para el mundo, si una sola cultura, por pequeña que sea, se dejase absorber por completo por otras o se viera obligada a renunciar a sí misma para continuar…

Lastimosamente, lo que para algunos constituye un proceso de integración, ya sea por asimilación, desarrollo y acercamiento, para otros puede significar desestructuración y desintegración, fragmentación y exclusión, mutación de la identidad, transfiguración de la matriz originaria… Cultura que se respete, acepta a las demás, sin jamás querer estar por encima, ni mucho menos, por debajo de las mismas. Ahí está la clave.

LA GLOBALIZACIÓN Y EL HOMBRE

Finalmente, por encima de economías, culturas, sociedades, contextos, creencias y demás, es el Hombre, quien en últimas se beneficia o perjudica del proceso globalizador. Además, la persona, independientemente de su origen y meta, puede y debe, desde su vivencia, aportar elementos de juicio coherentes a la hora de enfrentarse a un mundo cada vez más interconectado y “unido”, es él quien tiene la última palabra al decidir hacia dónde dirigirse, si bien es consciente de que según el modelo globalizador, solo es posible ser “alguien” si se pertenece al sistema. Entonces ¿qué de aquellos que desean ser, sin depender de moldes y estructuras?

Puede sonar algo raro y hasta ilusorio lo que acabo de decir, pero no deja de ser cierto. Y es por eso que todos nosotros, si bien nos encontramos en una sociedad donde se busca que todo sea de, y para todos y para todos (al menos en teoría) podemos hacer la diferencia y hacer realidad la teoría. Esto no significa necesariamente ir contra la corriente, pero si por lo menos, hacer la diferencia. Se puede globalizar la economía, la ciencia, las comunicaciones, los mass-media y demás, pero nunca, se podrá globalizar la identidad de cada hombre, ni mucho menos, su esencia, su dignidad y su pensamiento. Y de eso el pasado y la historia reciente ya han dado fe y el futuro, me dará la razón.

PARA CONCLUIR

1. La Globalización en sí misma no es negativa, lo negativo es querer asumir todo, controlar todo, y dejar por fuera, a aquellos que no deseen ser parte de ella.

2. Vivimos ahora en un mundo donde todo es de todos y para todos, ojalá esto no sea una frase más carente de significado. Un sofisma.

3. Si en el proceso globalizador, la cultura y las raíces de las sociedades deben negociarse, ¿para qué insistir en la diversidad? ¿Pensar y actuar igual que el otro es la solución? Cada quién respóndase.

4. Cada uno de nosotros, decide donde quiere estar. Lo importante es decidir por nosotros mismos, antes que permitir que otros (empresas, sociedades, etc…) lo hagan.

5. Globalicemos primero los valores, la vida, la paz, el auténtico desarrollo, sin ello, lo demás se reduce a un mero ejercicio de intercambio que en la mayoría de casos termina siendo injusto, excluyente y nunca coherente.



 
[1] Disponible en: http://www.angelfire.com/rock3/globalizacion/globcultural.htm

sábado, 21 de enero de 2012

DIOS: ¿QUÉ NOCIÓN(ES) TENEMOS DE EL?


DIOS
Quizá esta es una de las interrogantes de mayor relevancia en la historia de la humanidad, el cual muchos han intentado responder o simplemente dejar de lado para evitar inconvenientes embarazosos y hasta personales que rayen incluso con sus propias concepciones espirituales, antropológicas, etc.
Es por ello, que desde mi posición de filósofo y teólogo, me atrevo a hacer lo siguiente, a fin de tratar de explicar en algo, el concepto de Dios, respetando el que cada persona crea o no en Él, y si hace parte de determinada confesión religiosa o no.
Tampoco se trata de imponer la propia concepción de Dios a nadie, esto, además de insensato, es intolerante, dado que definitivamente, es cada persona, desde su propia experiencia de vida, la que debe acercarse a la búsqueda y encuentro con lo Trascendente.

ADVERTENCIA: si bien lo dicho anteriormente da la idea de que pienso mostrar un determinado concepto de Dios, lo que en realidad se mostrará es, a través de un mapa Interrogante (Ver imagen) cada persona, a partir de las preguntas iniciales que aparecen en el mismo, forme su propia opinión, construya conocimiento y se acerque por sí misma al encuentro de Dios en su cotidianidad. 
Como cristiano-católico respeto tus creencias; lo que busco, es que tengas claro en qué crees, para qué crees y cómo desde allí puedes y debes contribuir en la construcción de una sociedad cada vez más coherente, digna y que cambie en bien de todos. 

Decidí no completar el mapa, a fin de que cada quien, desde su óptica, considere que aspectos del miso pueden resaltarse, ampliarse, corregirse, o suprimirse.


El trabajo está servido, adelante.

sábado, 21 de mayo de 2011

ORIGEN DEL EPISCOPADO EN LA CRISTIANDAD


ANTE LAS DUDAS SOBRE EL ORIGEN Y PAPEL DEL OBISPO EN LA VIDA DE LA CRISTIANDAD, HE AQUÍ UN CUADRO, EN EL CUAL DE FORMA CONCRETA Y BREVE, EXPLICO COMO EL EPISCOPADO APARECIÓ Y SE CONSOLIDÓ DENTRO DE LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA.

ESPERO, LES SEA ÚTIL.








ÁLVARO HERNÁN RINCÓN FRESNEDA
TEÓLOGO.

HACIA DÓNDE VAMOS...

Por: Álvaro Hernán Rincón Fresneda.

¿Por qué el mundo está patas arriba? ¿Por qué hacemos el mal y no el bien? ¿En qué invertimos nuestros talentos?

Estas y otras tantas preguntas, surgen constantemente ante la terrible y escalofriante realidad que vivimos, donde no pasa un solo día, sin que se escuchen o presencien acontecimientos que de todas formas, atentan contra la vida y el equilibrio natural de nuestro planeta.

Amenazas de guerra, enfermedades nuevas, hambre, desastres naturales, robos, violencia urbana, y otros tantos sucesos nefastos, antes que aterrorizarnos, deben cuestionarnos sobre si esta es la vida que nos merecemos y deseamos heredar a nuestros hijos, o si tendremos el valor de modificar una realidad que cada vez y de forma más agresiva, amenaza con deshacer todo aquello por lo que deseamos seguir adelante.

Partiendo de lo anterior, es normal y a la vez triste, ver como muchas personas se limitan solo a buscar culpables, incluso hasta nosotros llegamos a hacer en ese juego, donde nadie se responsabiliza por nada. Nos sentimos cómodos y hasta descomplicados hablando de todo aquello que a diario sucede, sin ni siquiera, proponer alternativas de solución a los mismos.

Todos concordamos en decir que sí, que hay problemas, y muy graves, pero a la hora de preguntar sobre su origen, nos hacemos los desentendidos… fácil salida, pero con nefastas consecuencias ¿por qué?

Vida y libertad.

Así muchas veces, cómo es lógico, no tengamos nada que ver, al menos de forma directa con los distintos acontecimientos negativos que a diario ocurren en el mundo, nuestra responsabilidad con los mismos, no por ello es menor. Es más, con nuestra propia actitud de cinismo y falta de atención, contribuimos de forma abundante a que estos, no solo no se detengan, sino que por el contrario, continúen sucediendo, y aún, de forma más terrible.

Por ejemplo, cuando sabemos que un funcionario público está robando recursos del Estado, y nosotros sabiéndolo, nos hacemos como se dice los de la “vista gorda”, o le acolitamos el delito, también participando de él, como lamentablemente sucede en nuestro país; unos pocos se adueñan de todo o lo arruinan todo, y nosotros, en vez de denunciar, sea por temor o cinismo, lo dejamos pasar, convirtiéndonos, sin darnos cuenta, en cómplices.

Como este, hay cientos de casos que de una u otra forma, reflejan lo que a diario ocurre, muchas veces, frente a nuestros propios ojos, sin que hagamos nada, y esperando a que otros, se apresten a solucionarnos los problemas. Es por ello, que cuando peor nos encontramos, bien sea a nivel personal o comunitario, ahí sí, volvemos la mirada hacia aquello que es verdaderamente importante y que a pesar de habérsenos dado, no lo utilizamos adecuadamente; se trata de la libertad.

La Libertad entendida, no como un simple escoger, pedir, delimitar, exigir, etc., sino como la plena capacidad de determinar hacia donde debemos dirigir nuestras vidas, las guía, sin temor a equivocarnos y por ende, sin poner en riesgo la propia vida y la de los demás. Es por tanto lógico, que al volver la mirada hacia nuestros orígenes, reconozcamos, independientemente de nuestras convicciones de fe, que todo, absolutamente todo, proviene de un algo superior (Dios). Y ese algo, que nos hizo libres, también desea que vivamos de acuerdo a él y por eso, al hacernos libres, nos invita permanentemente a hacer su voluntad, voluntad reflejada en cosas tan sencillas como decir la verdad, actuar honestamente, denunciar las injusticias, vivir coherentemente buscando ser felices, a pesar de las dificultades que a diario aparecen.

Es por eso, que es ridículo afirmar que todo lo que pasa es culpa de otros y que nosotros nada tenemos que ver. No hay nada más falso que esto, ya que el solo pensarlo, permite que lo malo siga haciendo de las suyas, maniatando al bien en su correcto actuar, amenazándolo, desplazándolo, callándolo y hasta eliminándolo.

Si en verdad nos decimos hombres y mujeres, que deseamos un mundo mejor, libre de tanto mal, no podemos permitir que sigan ocurriendo tantas cosas que en vez de construir, destruyen nuestro mundo y el de los nuestros. Cualquier cosa que hagamos, por pequeña que sea, siempre hará la diferencia. Hay les dejo la inquietud.

Entonces: ¿de quién es la culpa?

Alguien decía una vez estas palabras, que además de causar risa en algunos, deben cuestionarnos seriamente sobre nuestra misión en el mundo: “errar es de humanos, pero echarle la culpa a otros, es más “humano”.

Es increíble como una simple frase, abarca una realidad cada vez más creciente en nuestras sociedades. Todo es por lo demás.

A presar que ya he mencionado este punto varias veces, no puede pasarse por alto que por culpa de nuestro desentendimiento, aparentemente respetuoso, o simplemente normal, cada vez son más los problemas que de a poco, y sin darnos cuenta, nos están destruyendo. En vez de preocuparnos por cosas verdaderamente importantes (la pobreza, el desempleo, la violencia, y muchos tantos), nos desvivimos por saber cuáles son los zapatos de moda, el bolso más fino, el lugar de veraneo más apetecido, la cantante más bonita, etc., apartando nuestra atención de aquello por lo que vale la pena trabajar.

Así, que la respuesta al interrogante del subtitulo, es una sola: todos, absolutamente todos, somos culpables de los problemas y catástrofes que a diario suceden, ya que así no las provoquemos, en el instante mismo que las ignoramos o no hacemos nada por contribuir a su solución, podemos pasar de víctimas, a victimarios. Si en verdad, queremos que las soluciones sean definitivas, participemos de ellas, no solo quejándonos, usemos nuestra razón y nuestro propio ejemplo para salir adelante. No esperemos a que los demás empiecen a actuar. Desde hoy, podemos empezar.

¿Toda solución es siempre válida?

A la hora de hablar de soluciones para los distintos problemas que nos acechan, vengan de donde vengan, y con el afán de terminar con los mismos, podemos caer en el juego de validar todo, sin importar de donde venga, negándonos de tajo la oportunidad de pensar si todo lo que se presenta como solución, sirve o no. Una cosa es arrancar un problema de raíz, otra es poner pañitos de agua tibia y otra muy distinta, e incluso peligrosa, es aceptar de todo. Ojo con este último, usado hoy con mucha frecuencia.

Definitivamente, no es lo mismo solucionar el desempleo de una ciudad, que los embarazos en adolescentes, y es por ello, que como ciudadanos, miembros de una sociedad y con plena libertad de decisión, podemos manifestar cuando algo es bueno y cuando definitivamente no. Por ejemplo: no es lo mismo solucionar la violencia en las ciudades, resocializando a los responsables de la misma y brindándoles opciones legales de desarrollo, que simplemente abarrotando más las cárceles o eliminándolos con las famosas “limpiezas” que nada bueno dejan. Tampoco es lo mismo evitar los embarazos en niñas, repartiendo preservativos a diestra y siniestra, que implementando un sistema de educación sexual digno, respetuoso y conciso.

Ejemplos y situaciones, hay por montones. Es por eso, que toda solución, venga de donde venga, debe, además de zanjar determinado problema, debe sin lugar a dudas, evitar dañar a la población. No hay sea, como ocurrió en cierta ciudad, que por dar empleo a la población (una planta de gaseosas) se terminó arruinando el ecosistema del lugar.

No dejemos que unos pocos, por más buenas intenciones que tengan, se encarguen de las soluciones, no hay sea que terminemos más adelante pagando consecuencias que pudieron haberse evitado.

Entonces: ¿qué hacer?

A partir de lo que aquí he plasmado, y partiendo a la vez, de lo que la realidad nos muestra, si en verdad deseamos dar soluciones definitivas, pero respetuosas y dignas a los distintos problemas que constantemente vemos afuera y en nuestros propios hogares, la respuesta es simple, más no fácil: LIBERTAD

Como lo mencioné al principio, no la libertad derivada de lo que yo hago, decido, pienso, sino aquella que respetando la de los demás, sea capaz de transformar la realidad, en beneficio general y por ende individual.

Es esta misma libertad, la que debe conducirnos a apoyar aquellas iniciativas que sin atentar contra nosotros, ni los demás, ni el entorno, contribuyen significativamente a mejorar nuestra calidad de vida en todos los aspectos, al tiempo que con firmeza y en unidad, oponernos radicalmente a soluciones aparentemente definitivas, pero que en el fondo, alimentan oscuros intereses.

Ojo, no todo lo bueno lo es. Ni todo lo pequeño es irrelevante. ¿Harás la diferencia? Formar y dar valor a los seres humanos por lo que son, esto es marcar la diferencia.

domingo, 27 de marzo de 2011

¿QUÉ QUIERE DECIR QUE LOS AUTORES (LOS EVANGELISTAS) FUERON INSPIRADOS POR EL ESPÍRITU SANTO?

Antes de responder cito el siguiente aspecto: en muchísimos cuadros se representa a los escritores de la Biblia sentados, con un pergamino, pluma en mano, y escuchando al Espíritu Santo, que les está dictando lo que deben escribir y que después será Palabra de Dios.

Preguntamos: ¿están bien estos cuadros, sí o no?… Y la respuesta es al tiempo sencilla pero paradójica: pues sí, y pues no.

Son acertados, ya que expresan una gran verdad: su escrito está inspirado por Dios, que se hace responsable de él y nos lo entrega como su Palabra.

Pero se equivocan al mencionar que el Espíritu dicta, como si se tratase de un jefe hablando a una secretaria: el Espíritu Santo no dicta nada, porque el escritor discurre por su cuenta y pone lo que desea; no obstante todo lo que ha escrito ha sido bajo la acción del Espíritu Santo, que se hace responsable de toda la escritura.

Con esto, entramos en lo referente a la Inspiración.

¿Qué en tendemos por Inspiración?… Con esta palabra se quiere expresar la acción del Espíritu Santo, que movió a los evangelistas a redactar lo que el mismo Espíritu Santo les impulsaba a escribir.

Con esto, se quiere mencionar que los evangelios tienen dos autores: el hombre que lo escribió y el Espíritu Santo que invisiblemente le empujaba a hacerlo.

Pero, ¿cómo? No se puede pasar por alto lo siguiente: no es lo mismo Revelación que Inspiración. Por ejemplo:

El ángel se aparece a María y le revela que Dios se quiere encarnar en su seno. María escucha atenta, consiente, y queda convertida en la Madre de Dios.

María ha tenido una revelación, y ha acogido la palabra de Dios. Sin embargo, no ha tenido la inspiración de que ahora hablamos.

Años después, aparece Lucas, después de la Ascensión de Jesús, y se encuentra en la Iglesia de Jerusalén con la narración de aquel hecho que contó María a los apóstoles más íntimos. Y este, al redactar su Evangelio, pone por escrito lo que le han contado. Lucas ha investigado, ha discurrido, se ha cerciorado de la verdad contada por María, y se decide a escribirla con su estilo tan atildado. Escoge las palabras más apropiadas para narrar tal acontecimiento. Y así es que se tiene este único relato.

¿Qué hay en él? La Palabra de Dios que se le dio a María por una revelación conservada en la Iglesia, y ahora puesta por escrito por inspiración del Espíritu Santo, el cual movió a Lucas, sin que el mismo Lucas lo notase, a escribir según sus capacidades, lo que él mismo descubrió e investigó.

¿Quién es, por lo mismo, el autor del relato referente?

Ambos: Lucas y el Espíritu, cada cual actuando a su modo.

Y así son en general, los evangelios, las cartas y toda la Escritura.

Por medio del ejemplo tratado, vemos que no es lo mismo Inspiración que Revelación. María tuvo una revelación más no estaba inspirada, y Lucas estuvo inspirado sin recibir ninguna revelación directa.

Es así como ocurre con los Evangelios, cartas y otros escritos de la Iglesia en la época apostólica. La Revelación plena, total, vino por Jesucristo. Los apóstoles y los demás testigos narraban todo, y posteriormente los evangelistas (los mismos apóstoles o sus discípulos) recogían aquellos recuerdos y sucesos presentes en la vida y memoria de la comunidad cristiana, discurrían como Pablo sobre lo que sabían y habían aprendido, lo ponían por escrito, y ahí tenemos esa maravilla del Nuevo Testamento.

La Revelación fue de Jesucristo. La Inspiración, del Espíritu Santo. Cada quien redactaba según su propia forma. Pero el Espíritu, sin que fuese notorio directamente, impulsaba la pluma de los escritores, respondía por lo escrito y es así, que ha llegado hasta nosotros, pura del todo, la vida y obra del Señor Jesús.

Así se entiende y asimila aquella aclamación litúrgica: ¡Palabra del Señor! ¡Gloria a ti, Señor Jesús!

En conclusión:

- El autor principal es el Espíritu Santo, pero él, sin aparecer para nada, escribía, y cada hombre-autor, escribía según sus facultades, con plena libertad. No era robot. Discurría a su manera, ponía y quitaba lo que le venía bien, de modo que todo el escrito le es propio. Pero era muchísimo más propio del Espíritu Santo, el cual dirigía de tal modo al escritor, que éste no ponía nada más que aquello que quería el Espíritu Santo. Por eso la Biblia entera contiene la Palabra de Dios, porque toda ella está inspirada por él.

CUADRO COMPARATIVO DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS

ASPECTOS DE MAYOR RELEVANCIA

CONNOTACIONES PARTICULARES

MATEO

MARCOS

LUCAS

AUTOR

Pese a que se señala a Mateo el apóstol, no hay pruebas que confirmen esta hipótesis.

El autor, es un cristiano de origen judío, conocedor de las escrituras, al mejor estilo rabínico.

Probablemente es Juan “Marcos”, compañero de Pablo, se le menciona después como secretario de Pedro, de quien tomaría, aunque no únicamente, el testimonio sobre el cual redactó su evangelio.

Atribuido a Lucas, compañero de Pablo (Ireneo). El autor conoce las comunidades de origen pagano (Antioquía). También se le menciona como médico e incluso mucho después, como pintor.

SÍMBOLO

Es representado con la imagen de un hombre (genealogía humana de Jesús) transformado luego en ángel (anunciación)

Según la explicación de san Jerónimo, El León, en alusión al vestido y el grito de Juan el Bautista en el desierto.

Representado por un Toro, en referencia al sacrificio de Zacarías, mencionado al inicio del evangelio.

FECHA

Probablemente entre los años 70 – 90 dC. (posterior a la toma de Jerusalén)

Situado entre los años 64 – 70 dC. (prisión de Pedro y toma de Jerusalén)

La década del 80 dC., es la más probable para su composición.

DESTINATARIOS

Dirigido a creyentes conversos del judaísmo. (Siria – Palestina, Antioquía)

Los cristianos no judíos de Roma, adaptando su lenguaje al de estos.

Dirigido a aquellos cristianos provenientes del paganismo, principalmente griegos para quienes adecuan su lenguaje.

GEOGRAFÍA

Desde Galilea se inicia el anuncio al mundo. No hay oposición con Jerusalén.

Galilea opuesta a Jerusalén. En la primera predica y es escuchado. En la otra es rechazado y muerto.

Toda la obra de Jesús inicia y concluye en Jerusalén. Galilea es una referencia (subida a Jerusalén).

ARGUMENTO

Es el clásico sinóptico. Recorrido global por la vida y obra de Jesús, presentado como el Emmanuel, cuya muerte y resurrección, dan cumplimiento a la Escritura.

Se dedica más a reflejar los actos de la vida de Jesús, los signos que invitan a la conversión, empezando en el Jordán y concluyendo en Galilea, sin olvidar al Centurión en la cruz.

La salvación dada por Jesús es para todos los hombres, incluso los paganos y es labor de la Iglesia, dársela a conocer.

ESTILO

Posee un griego más pulido que el de Marcos, es más una adaptación del arameo original. No es tan cronológico, sino literario.

Posee un griego brusco, poco pulido, recurre mucho a los diminutivos, da más espacio a los hechos que a los discursos.

En el escrito se refleja la cultura y sofisticación del lenguaje, el griego usado es elegante y pulcro.