Por: Álvaro Hernán Rincón Fresneda
INTRODUCCIÓN
Es muy sencillo hablar de
globalización, sobre todo en una sociedad como la nuestra, caracterizada por la
manipulación mediática, política, económica y hasta publicitaria. Pero ¿sabemos
acaso lo que significa en sí esta palabra? ¿Sabemos las consecuencias, tanto
positivas, como negativas, que trae consigo el proceso globalizador en sí mismo
y su trascendencia, no solo en nuestra actual situación, sino ante todo, de
cara a las futuras generaciones?
Son muchos los interrogantes
que la Globalización puede abordar, no obstante, la diferencia radica
notoriamente en como nosotros, desde nuestras distintas posiciones, oficios,
modos de pensar y actuar, podemos y debemos abordar un fenómeno, que cada vez
adquiere mayor relevancia, tanta, que ya hasta hablamos no de un mundo, sino de
una “aldea global”.
Hoy en día, es imposible no
hablar de Globalización, ya que definitivamente, todas las sociedades, se ven impulsadas
a pertenecer, integrarse, fusionarse incluso, de lo contrario, corren, o el
riesgo de desaparecer, o simplemente ser apartadas del “Mercado”, que es en lo
que hemos convertido al mundo. No es que yo esté en la posición contraria, sino
que, al tiempo que se reconoce que la Globalización nos permite trascender
barreras y conectar al mundo como jamás se había imaginado, también es
necesario resaltar las falencias de un sistema que si bien ha facilitado las
cosas en algunos campos (comunicaciones, tecnología, conocimiento, etc.) por el
otro ha condenado, sin quererlo o no, a otras sociedades, bien sea al olvido, o
simplemente a la desaparición, por el simple hecho de no querer, o no poder,
entrar en esa “aldea global” en la cual se ha ido convirtiendo el planeta.
GLOBALIZACIÓN Y
TECNOLOGÍA.
Nombres, o más
bien, marcas como Facebook, Twitter, MySpace, Instagram y hasta Google, eran
desconocidas en la década pasada, pero actualmente, quien diga no conocerlas,
es tildado de retrograda, atrasado, subdesarrollado, y otros tantos apelativos que
en ocasiones rayan en la ofensa. Y es que hoy, quien diga no tener nada con
ellas, miente, desconoce su importancia,
sobre todo en lo que refiere a las comunicaciones actuales, o simplemente el
proceso “globalizador” aun no le ha atrapado. Sí, atrapado, porque ya ni
siquiera podemos escoger si pertenecer o no, simple y llanamente, somos
empujados a pertenecer así nomás. Definitivamente hoy, la tecnología de las
comunicaciones, reflejada a través de las redes sociales, es el instrumento más
eficaz y veloz que el hombre haya conocido en la Historia, en lo referente, no
solo a la interacción de unos con otros, sino también al conocimiento y apropiación
de todo aquello que el mundo ofrece, desarrolla y expone, sin importar su uso, intencionalidad y
consecuencias. Nadie duda de las grandes ventajas y beneficios que aporta la
tecnología a la sociedad contemporánea, pero no por ello, se debe pasar por
alto el precio que se paga, no solo entre sociedades, sino también, entre las
mismas personas (siempre se gana y/o se pierde, pero ¿quién gana y quién pierde
realmente?) En este sentido: ¿Qué podría suceder con la privacidad, la
seguridad y la confianza, si la sociedad y la persona misma, pueden llegar a
ser expuestas de forma tal, que termine falseándose el concepto mismo de libertad?...
GLOBALIZACIÓN Y
CULTURA
Cada grupo humano
con el paso del tiempo forma una cultura, integrada por un conjunto de
"vivencias, pensamientos y sentimientos" invisibles que se concretan
en "organizaciones, lenguas, tradiciones, celebraciones..." visibles.
Todo proceso
globalizador, si ha de ser realmente incluyente, debe respetar no solo a las
grandes culturas, sino también a aquellas que en el pasado fueron grandiosas y
que hoy, por los avatares de la historia pasan desapercibidas, de lo contrario,
se estaría condenando al hombre a ser un simpe espectador y consumidor que
renuncia a sus raíces porque debe “adaptarse” (cultura, experiencias,
saberes…), a una sociedad que cambia tan rápido como el segundero en un reloj. Hacen
por hacer y ya, a eso se condenaría al hombre…[1]
Lo anterior no
quiere decir directamente que la cultura de determinado lugar pueda perderse,
pero si verse condicionada. Es por ello que cuando se habla de Globalización
Cultural, no debe pasarse por alto que es ésta (la cultura) la que siempre debe
primar y respetarse, independientemente del contexto en el que se desenvuelva,
ya que es en últimas esta, la que definitivamente va a caracterizar, definir,
resaltar, dar sentido al hombre, a su ser.
La Globalización
Cultural no debe llevar a la supresión, al menosprecio, todo lo contrario, debe
llevar a las sociedades, no solo a conocerse en profundidad, sino también a
tener la capacidad de conocer y entender a las demás, a asumirlas y
defenderlas, ya que sería muy triste
para el mundo, si una sola cultura, por pequeña que sea, se dejase absorber por
completo por otras o se viera obligada a renunciar a sí misma para continuar…
Lastimosamente, lo
que para algunos constituye un proceso de integración, ya sea por asimilación, desarrollo
y acercamiento, para otros puede significar desestructuración y desintegración,
fragmentación y exclusión, mutación de la identidad, transfiguración de la
matriz originaria… Cultura que se respete, acepta a las demás, sin jamás querer
estar por encima, ni mucho menos, por debajo de las mismas. Ahí está la clave.
LA GLOBALIZACIÓN Y
EL HOMBRE
Finalmente, por
encima de economías, culturas, sociedades, contextos, creencias y demás, es el
Hombre, quien en últimas se beneficia o perjudica del proceso globalizador.
Además, la persona, independientemente de su origen y meta, puede y debe, desde
su vivencia, aportar elementos de juicio coherentes a la hora de enfrentarse a
un mundo cada vez más interconectado y “unido”, es él quien tiene la última
palabra al decidir hacia dónde dirigirse, si bien es consciente de que según el
modelo globalizador, solo es posible ser “alguien” si se pertenece al sistema. Entonces
¿qué de aquellos que desean ser, sin depender de moldes y estructuras?
Puede sonar algo
raro y hasta ilusorio lo que acabo de decir, pero no deja de ser cierto. Y es
por eso que todos nosotros, si bien nos encontramos en una sociedad donde se
busca que todo sea de, y para todos y para todos (al menos en teoría) podemos
hacer la diferencia y hacer realidad la teoría. Esto no significa necesariamente
ir contra la corriente, pero si por lo menos, hacer la diferencia. Se puede
globalizar la economía, la ciencia, las comunicaciones, los mass-media y demás,
pero nunca, se podrá globalizar la identidad de cada hombre, ni mucho menos, su
esencia, su dignidad y su pensamiento. Y de eso el pasado y la historia
reciente ya han dado fe y el futuro, me dará la razón.
PARA CONCLUIR
1. La
Globalización en sí misma no es negativa, lo negativo es querer asumir todo,
controlar todo, y dejar por fuera, a aquellos que no deseen ser parte de ella.
2. Vivimos ahora
en un mundo donde todo es de todos y para todos, ojalá esto no sea una frase más
carente de significado. Un sofisma.
3. Si en el
proceso globalizador, la cultura y las raíces de las sociedades deben
negociarse, ¿para qué insistir en la diversidad? ¿Pensar y actuar igual que el
otro es la solución? Cada quién respóndase.
4. Cada uno de
nosotros, decide donde quiere estar. Lo importante es decidir por nosotros
mismos, antes que permitir que otros (empresas, sociedades, etc…) lo hagan.
5.
Globalicemos primero los valores, la vida, la paz, el auténtico desarrollo, sin
ello, lo demás se reduce a un mero ejercicio de intercambio que en la mayoría
de casos termina siendo injusto, excluyente y nunca coherente.