viernes, 25 de septiembre de 2009

ARQUEOLOGÍA BÍBLICA 2

Por: Álvaro Hernán Rincón Fresneda
Lic. Teología FUNLAM

La arqueología israelita y la historicidad de los libros del Antiguo Testamento 2

Los primeros habitantes de lo que fue Israel antiguamente, eran pastores nómadas que venían del desierto adoptando poco a poco un estilo de vida típicamente sedentario. Incluso se les asocia con los apiru, incluso se ha llegado a pensar que la palabra tuviera alguna relación lingüística con el territorio ilri hebreo descrito en las cartas de Tell el-Amama, que vivían al margen de la sociedad cananea, desarraigados, ladrones, gentes que vivían fuera de la ley y a veces mercenarios, a la vez que trabajaban en obras públicas egipcias.

Hay que tener en cuenta que el nombre no caracterizaba un grupo, sino una situación. Con base en los papiros egipcios del siglo XII a. C., mencionan también a los shosu pastores nómadas que habitaban en las fronteras de Canaán y Cisjordania. Aun así, los primeros israelitas eran catalogados como individuos peligrosos en cierto modo. Estudios realizados en la década de los 60, han demostrado que antes del siglo XI a.C., no hay huellas de asentamientos nómadas.

A partir de 1967 los arqueólogos israelitas excavaron los territorios pertenecientes a las tribus de Manasés, de Efraím, de Benjamín y de Judá y descubrieron un gran número de aldeas en el altiplano creadas en pocas generaciones. Cerca al 1200 a.C. en las alturas centrales de Canaán se había originado una gran transformación social. Se descubrieron cerca de 250 comunidades en la montaña, apartadas de las ciudades cananeas en decadencia, situadas entre las montañas de Judá al sur y las montañas de Samaria al norte.

Esto dio a entender que la aldea típica se levantaba en lo alto de una colina, en una zona escarpada y rodeada de bosque, compuesto principalmente por encinas y terebintos. Generalmente, disponían de buenos pastos. Las aldeas, al parecer, eran autosuficientes. El agua la obtenían de fuentes o la recogían de pozos excavados en la roca durante el invierno. Cada aldea ocupaba media Ha y albergaba unos 50 adultos y otros tantos niños.

Dichas aldeas no tenían edificios públicos, almacenes, templos o palacios, a diferencia de las ciudades cananeas que si los poseían. Tampoco tenían archivos, ni escritos o sellos o marcos. Las joyas son raras y la cerámica no estaba presente.
Se han recogido una gran cantidad de hoces y de piedras para triturar la mies en las casas, lo que indica que la economía se basaba en la agricultura. Se cultivaba la vid y el olivo, y en menor cantidad se realizaban actividades ganaderas.

Posteriormente, cerca del siglo VII a. C., ya se puede hablar con propiedad de Israel como tal, ya que gracias a su proceso de desarrollo, la influencia inicial de los jueces, su salida de Egipto y su identidad como pueblo, desembocaron en su concepción monoteísta. Yahvé que los eligió y los guía.

Pero no se puede pasar por alto que pese a sus vicisitudes y logros, fue durante los reinados de David y Salomón (1005 – 931 a. C.), que Israel alcanzó el clímax de su desarrollo en todos los sentidos (religioso, político, cultural, social) ya que de la Monarquía israelita, se poseen datos, algunos ciertos, otros fantasiosos que así lo demostrarían, cosa contrario ocurre por ejemplo con los patriarcas, de los que únicamente sostiene su existencia la tradición del propio pueblo.

Pese a todo esto, las excavaciones realizadas en las últimas décadas, han confirmado o descartado, lo descrito en las Escrituras, ya que vale tener en cuenta que algunos hechos, lugares o edificaciones descritas, han sido hallados o completamente borrados del mapa, no porque hayan desaparecido, sino que tal vez ni existieron.

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